jueves, 9 de febrero de 2012

Capítulo 6: Cambios

Se despertó dolorido y entumecido, cuando se consiguió levantar unos gritos resonaron en el exterior, eran gritos de dolor. Pero también se escuchó algo que no era ni parecido a un grito, era un grave aullido, todos estaban sufriendo las transformaciones producidas por el Cáliz de Sangre, todos incluido Ragnar. Intentó dar unos pasos cuando unas fuertes convulsiones lo sacudieron quedando otra vez inconsciente. Al despertarse mira por una pequeña rendija de su celda, no hay luz en el exterior debía de ser de noche, intentó dormir, pero solo consiguió las mismas pesadillas de siempre, él, convirtiéndose en licántropo y matando a su querida madre.

Se despierta agitado al oír una rejilla abrirse, es un plato de comida con un grueso filete crudo, al verlo tan solo siente la necesidad de devorarlo, y al hincarle el diente nota como su mandíbula está dolorida. Al tocar, descubre que sus colmillos se han alargado más y su mandíbula es más fuerte, al abrirse la camisa comprueba que comienza  tener mas vello en el pecho y en casi todo el cuerpo; pero lo que más le impactó fueron sus orejas, estaban comenzando a asomar una ligera punta que le recordó a las orejas de Ranek.

- ¿En qué me estoy convirtiendo? - dijo con sorpresa al notar que su voz era más grave.

Al cabo de unos días, que a Ragnar le parecieron semanas, notó como un cerrojo se abría y comprobó con alegría que no era el único que había cambiado; allí estaban Elisa y Gôdrek, estaban cambiados, como él, pero Gôdrek tenía mucho más pelo, y Elisa... no sabía exactamente que había en Elisa, era algo mágico, casi imperceptible, pero si notó sus profundos ojos verdes que ahora cobraban un ligero tono miel con una pupila más puntiaguda.

- ¿Vas a venir o te vuelvo a cerrar la puerta pequeño lupino? - dijo Gôdrek en tono sarcástico.

Se había quedado de piedra, no podía dejar de mirar a Elisa, hace un par de semanas le parecía guapa pero ahora... ahora era preciosa, una belleza, era indescriptible.

- ¿Dejas de babear o te doy un guantazo? - le reprochó Elisa algo enfurruñada - lo sé, he mejorado bastante, pero no es para tanto -.

- Lo dice porque todavía no se ha visto los pechos desnuda - dijo Gôdrek jactándose, a lo que ella respondió con un codazo en la boca del estómago. Habían cambiado de aspecto, pero seguían igual, al menos ellos.

Caminaron un rato por un pasillo iluminado con antorchas, el pasillo parecía antiguo y las celdas con las puertas de acero le daban un aspecto de prisión. Cuando iban llegando a su destino comenzaron a oír mucho jaleo proviniente de una gran sala, el comedor principal, o como solía llamarse, La Cueva.
La sala era enorme, con montones de mesas y sillas y un delicioso olor a asado e hidromiel, les rugió el estómago con un sonido nada apacible.

Tras mirar un rato comprobaron que Hanna les hacía señas para que se acercaran a una mesa en la que ya estaba también Kayle, él era al que menos parecían haberle afectado los cambios, pero las orejas las tenía más puntiagudas y sus ojos eran totalmente de un color que pasaba de miel a ámbar según le diera la luz, era un poco tétrico hablar con el y que de repente los ojos le cambiaran de color.
Al sentarse comprobó que en la mesa había grabado un símbolo. Dos espadas cruzadas sobre una garra.

- A partir de ahora esta será nuestra mesa de jauría, nos la ha asignado la Mayor Saydâ así que no lleguéis tarde o nos comeremos lo vuestro - dijo volviéndose a sentar.

Dicho esto todos comenzaron a devorar el gran asado que tenían delante, iban a necesitar las energías para el día que les avecinaba.

El despacho era bastante amplio, con montones de vidrieras con variadas espadas en su interior, pero lo que más llamaba la atención era una gran exposición de garras y colmillos colgados en un marco, etiquetados y numerados, además de la imponente figura que se alzaba ante ellos, era la Mayor Saydâ.

- Espero que estos chavales aguanten lo suficiente, y no como el año pasado que murió más de la mitad de mi jauría el primer día..... va a ser un entrenamiento duro si quieren mi respeto y que los considere auténticos miembros de mi jauría, las chicas ya me demostraron que valían, pero tengo que comprobar sus habilidades; mañana habrá sangre, seguro - dijo mientras seguía observando con detenimiento la vidriera.

Si alguien hubiera entrado se habría dado cuenta de que no eran simples exposiciones, eran trofeos que ella misma había conseguido... con sus manos.








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