martes, 21 de febrero de 2012

Capítulo 8: Runas

Pasaron un par de días hasta que Elisa pudo salir de la enfermería de la Congregación, pero aun así, la Mayor Saydâ no la había permitido ir a la primera misión encomendada a la jauría, en cambio, la había ordenado que fuera a ver a Lord Ranek para aprender a manejar su poder. Anduvo por los sinuosos pasillos de la iglesia-fortaleza durante un rato hasta dar con el estudio de Ranek, la zona era mucho más amplia de lo que aparentaba por fuera, el interior era un conjunto de pasillos y habitaciones que iban internándose a lo largo y ancho de la iglesia, incluso bajando a algunos niveles inferiores; al llegar frente a la puerta del estudio, comprobó, que la puerta era de una madera negra que parecía que emitía una ligera penumbra, pero lo que más llamó la atención de Elisa fue la gran aldaba con forma de cabeza de lobo que presidía la puerta, era una figura imponente.

Llamó con los nudillos un par de veces y esperó una invitación a entrar.
- Adelante - se oyó decir amortiguado por el grosor de la puerta.

Elisa entró y comprobó atónita el gran despacho del sacerdote rúnico. Era inmenso y estaba a rebosar de estanterías llenas de libros, y en especial, uno que permanecía dentro de una vitrina custodiada por dos armaduras que parecía que en cualquier momento se interpondrían entre quien intentara acercarse y el libro. Ranek, fornido e imponente incluso sentado, estaba reposando sobre un gran sillón de piel oscura que se coronaba de dos garras en el respaldo y otra pareja en el final de los apoyabrazos, lo que le daba un aspecto más fiero si cabía.

- Siéntate, Elisa - dijo invitándola a tomar asiento. - Dime, ¿cuándo y dónde has aprendido runas? - dijo sin rodeos nada más que se sentó Elisa.

- Las aprendí de pequeña, y he ido perfeccionándolo un poco con el tiempo - dijo con aplomo.

- Ya veo, así que, para tí, mejorar con el tiempo es desplomarte por invocar un simple par de hachas ¿no? - dijo con una sonrisa lobuna.

Aquello irritó a Elisa, que notaba como sus mejillas se enrojecían de furia, pero intentó tranquilizarse para no atravesar a aquel engreído con una daga.

- Vaya, parece que tienes orgullo, eso me gusta - dijo sonriendo de oreja a oreja dejando al descubierto sus imponentes caninos.

- Empezarás ahora mismo, quiero que de momento vayas invocando armas con medio, pero nuestro objetivo no es ese, sino que consigas invocar armas sin medio, y a ser posible, sin desmayarte... comienza - ordenó desafiante.

Elisa tenía el suficiente orgullo acumulado para dejar atónito a aquel imbécil, o al menos, eso creía ella. Comenzó cogiendo una de sus barras de hierro e invocando una espada, luego dos, luego dagas... y así hasta casi una docena armas, pero cada vez que invocaba una se sentía cada vez más cansada, sobre todo por que sabía que su límite eran las hachas, nunca las había conseguido dominar, y menos sin un medio; pero aunsí lo intentó, con lo que lo único que consiguió fue marearse y casi perder el conocimiento.

- Muy bien, hemos terminado por hoy, prepárate, mañana ya podrás salir de misión, pero seguirás entrenando, así que vete a dar una ducha - dijo con amabilidad, lo que Elisa tomó como un principio minúsculo de admiración.

Paseó dolorida hasta los baños, donde se desnudó y se relajó bajo el agua caliente; tenía un cuerpo fuerte, pero que no impedía admirar unas preciosas curvas en sus senos y sus caderas mientras notaba como el agua resbalaba por todo su cuerpo relajándola y haciéndola sentir mejor; a decir verdad, los hechaba de menos a todos, ahora eran su familia.

Salió al portón principal con el pelo aún mojado cuando vio que todos volvían de la misión, se alegro mucho de volver a verles, y de ver que todos estaban bien excepto por alguños arañazos y cortes, pero el peor parado era Godrêk que llevaba la cabeza vendada alrededor de un pequeño tajo que sobresalía por al lado de su ojo,aquello dejaría cicatriz. También se fijó en la imponente figura que cargaba Ragnar a sus espaldas, era un lobo increíblemente grande.

- ¿Qué demonios es eso? - dijo Elisa con asombro. - ¿Esto? - dijo Ragnar - esto es lo que será mi nueva capa - dijo a regañadientes mientras hacía esfuerzos por subir el lobo por la escalinata a la iglesia, hasta que el maltrecho Godrêk le hechó una mano.

- Necesito una buena ducha para quitarme todo este barro - refunfuñaba Kayle mientras se arrancaba una costra de barro de su jubón de combate, bastante incómodo según Elisa.

- Bueno, bueno, mira a quien tenemos aquí, a nuestra doncella durmiente, ¿qué tal el entrenamiento? - dijo Hanna jovial, satisfecha por haber cumplido la misión antes de tres días.

- Duro, doloroso y cansado - dijo Elisa mientras las dos se reían a carcajadas. Era lo que necesitaba para terminar de relajarse un poco, un poco de humor seco.

Aunque en su interior sabía que lo duro no había comenzado todavía, ahora necesitaba mantener la suficiente entereza y voluntad para no abandonar y conseguir invocar armas sin medio, pero antes necesitaba hacer aparecer las hachas sin desmayarse.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho, quiero ya el siguiente ^.^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro de que te haya gustado jeje, intentare subir el jueves el siguiente capítulo, hasta entonces, toca esperar

      Eliminar
  2. Está genial, sigue escribiendo por favor D:

    ResponderEliminar