martes, 14 de febrero de 2012

Capítulo 7: Movimientos fluídos

Al amanecer todos se presentaron frente a la Mayor Saydâ en un espacioso patio de armas que más bien parecía un pequeño anfiteatro por los pequeños balcones por los que se podía asomar a él.

- Os he citado aquí porque ya habréis notado vuestros cambios - dijo mientras sopesaba sus palabras pasando los ojos de uno a otro - no sois licántropos, no sois humanos; sois Lîmerks a partir de ahora, así que comportaros como tal, ahora sois más fuertes, más rápidos, más audaces, mejores rastreadores y más resistentes. - hizo una pausa para poner énfasis a sus siguientes palabras - Demostrádmelo - dijo mirando de forma desafiante a Hanna.

Hanna dio un paso al frente mientras desenvainaba su espada; era una espada sencilla, sin muchos alardeos en la empuñadura pero con un bonito lapislázuli en el pomo, pero lo más importante era que Hanna la afilaba tres veces al día, aquella espada podía traspasar una armadura de cuero reforzado como un simple papel. Atacó con varias estocadas rápidas para medir a su rival, pero la Mayor las paró casi sin inmutarse con el dorso de la mano, era increíble, ni siquiera había desenvainado su imponente claymore de acero; no le hizo falta, en cuanto Hanna volvió a atacar esta abrió su defensa y la Mayor aprovechó para golpearla en la cabeza dejándola aturdida y mirando a Kayle dando a entender que su duelo había terminado.

Kayle se puso frente a la Mayor y con una ligera reverencia desenvainó un estilizado sable y una pequeña vizcaína que sacó de su espalda. El sable era todo lo contrario a la espada de Hanna, muy recargado y con filigranas de oro en la empuñadura, además de una pequeña cabeza de águila en el pomo; la vizcaína era un pequeño cuchillo largo de plata pura que contenía un cubremanos sobre la empuñadura, lo que la hacía más mortal al poder parar estocadas y contratacarlas. Esta vez Saydâ si que desenvainó la enorme claymore, ya que, como cualquier noble, Kayle era un diestro oponente en la esgrima.

Los movimientos de los dos oponentes eran bastante fluídos y rápidos, si no fuera por sus cambios, ninguno habría acertado a ver ninguna d elas estocadas de la Mayor, que a pesar de usar un arma de pesado acero, se desenvolvía con soltura esquivando y parando los golpes de Kayle, pero este en un descuido por parte de Saydâ consiguió hacerle un pequeño corte en la cara con lo que la enfureció y de un solo golpe con la claymore derribo a Kayle a pesar de estar defendiéndose en cruz con sus dos armas; con esto, el propio Kayle dio por terminado su enfrentamiento.

- De momento no me habéis decepcionado chicos... que siga así - dijo la Mayor mientras enseñaba unos fieros colmillos.

Era el turno de Gôdrek, este ni siquiera espero a que Saydâ se girara hacia el por lo que cogió una flecha roma y la disparó directa al pecho, cualquiera habría sido alcanzado por aquella flecha, pero la Mayor no era una cualquiera; cogió la flecha de espaldas mientras la partía con dos dedos y se giraba flexionada para saltar sobre Gôdrek, pero este lanzó sus manos hacia atrás mientras con un rápido movimiento sacaba dos dagas de su espalda con lo que consiguió que Saydâ no le partiera por la mitad con su claymore, pero era imposible atacarla con la distancia de las dagas, así que tras un tiempo de huída se lanzó a la desesperada saltando sobre la Mayor que lo derribó con un certero golpe en el cuello.

Kayle arrastró al atónito Gôdrek hasta una columna para que se recuperara. - Kayle...- dijo Gôdrek con la mirada perdida. - ¿Sí? -. - Me he enamorado - y se desvaneció por completo.

Era el turno de Ragnar, intentando no aplacarse ante la imponente claymore desenvainó su espada corta dispuesto a plantar cara a la Mayor Saydâ; el primer golpe lo vio venir así que fue a pararlo, pero cuando lo hizo, un intenso pinchazo recorrió su brazo. No estaba acostumbrado a tanta potencia junta, era la misma sensación de impotencia que cuando se enfrentó al licántropo aquella vez en su hogar, ahora le parecía un recuerdo lejano; pero volvió a intentar parar el segundo golpe y la espada corta cedió rompiéndose en dos.

- No puedes llevar eso con tu fuerza actual, Ragnar, ve a la herrería y que te forjen una espada en condiciones - dijo con resignación Saydâ.

Mientras Ragnar recogía los pedazos de espada el aire se volvió espeso y pastoso, mientras un aura invadía de repente la zona; Elisa estaba haciendo algo, su pelo de pronto comenzó a gitarse violentamente, y sus ojos centelleaban como dos soles a punto de extinguirse y estallar; en las manos solo llevaba dos pequeñas barras de hierro, pero en sus dedos se notaban unos pequeños trozos de nácar que se introdujeron en las barras, que con un destello, se transformaron en dos hachas de filo. Cuando parecía que Elisa iba a atacar, se desplomó en el suelo inerte.

Se despertó en una sala espaciosa y blanca que olía a limpio y a hierbas frescas, miró a su alrededor intentando ver algo conocido, solo distinguió una figura lejana. Era la Mayor.

- La chica tiene potencial, tienes que entrenarla - dijo con tono de orgullo.
- Está bien - respondió una figura sombría - pero no creo que sobreviva.-. - Lo sé - respondió Saydâ con la mirada perdida en un telar que representaba batallas pasadas en las que los Blackmane se alzaban victoriosos. Nadie hablaba nunca de las derrotas.














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