sábado, 4 de febrero de 2012

Capítulo 4: Hacia el castillo

Llevaba unas dos horas caminando cuando el peso de la espada comenzó a hacerse pesado y un estorbo, como ya iba anocheciendo, decidió darse un descanso por ese día, tarde o temprano llegaría al castillo al día siguiente. Recogió un poco de leña y se separó del camino para hacer una pequeña fogata, la cual enterró un poco para alejar el resplandor de las miradas indiscretas, aun así, una sombra apareció de entre unos árboles. Era un encapuchado alto, con botas desgastadas por el largo camino y un carcaj a la espalda.

- ¿Hay fuego para un viajero cansado? - preguntó una voz más joven de la que Ragnar esperaba.
- Primero descúbrete, amigo - resopló, aún receloso, mientras asía la empuñadura de su espada.

Al descubrirse la cara, Ragnar descubrió un rostro fuerte, pero juvenil; la verdad, no era lo que él se esperaba así que se relajó un poco y le indicó que se sentara a un lado del fuego de modo que el propio fuego fuera lo que les separaba. Ragnar se fijó en que el viajero llevaba consigo varios conejos atados al cinturón. El desconocido se percató de su mirada.

- Me has ofrecido fuego, yo te ofrezco viandas - dijo cogiendo uno de los conejos y empezando a despellejarlo.

- Me llamo Ragnar, Ragnar Brickstone - dijo. - Yo soy Gôdrek Hawkins, aunque la mayoría me llama Hawkeye, soy bastante bueno con el arco, como habrás comprobado. - dijo con un deje de superioridad.

- ¿Y que te trae por aquí, Hawkeye? - dijo Ragnar curioso mientras observaba la habilidad de este con el cuchillo. - Voy camino de Ossiriad, para convertirme en Lîmerk...vengo...vengo de un pueblo montañoso, cerca del paso de Tyr Undömiel, somos un clan de cazadores, y soy un buen rastreador... así que tengo pensado unirme a sus filas - dijo mientras sonreía y clava al conejo que había despellejado en un palo y lo ponía al fuego.- ¿Y tú, Ragnar?¿qué te trae por el camino? - dijo interesándose por él.

-También quiero entrar en la Congregación del Aullido, pero por causas diferentes - dijo mientras asía con fuerza el pomo de la espada.

-¿Tiene algo que ver con la espada? - dijo observándola. - He jurado venganza sobre ella - respondió sombrío Ragnar.

-¿Puedo? - dijo mientras miraba la espada. Ragnar se la tendió receloso. Era una bonita espada corta, la hoja era de buen hierro forjado, con unas bonitas filigranas rojas en la empuñadura, sobre un fondo negro azabache; tenía la guarnición terminada en dos puntas afiladas cual garras, y el pomo, el pomo era lo mejor, su padre había forjado la cabeza de lobo del colgante en el pomo, cuidando de no romper o dañar la figura.

- Buena espada - dijo sopesándola y devolviéndosela a Ragnar. - aunque yo prefiero el arco, y en el peor de los casos un fino estilete. - apuntó mientras desenvolvía de un fardo un precioso arco tallado en madera. Al cogerlo Ragnar se fijó mejor en que la zona de las encordaduras del arco eran dos cabezas de halcón que sujetaban la cuerda con el pico.

- Bonito - dijo Ragnar asintiendo. - Es de ébano negro, una madera que sólo se encuentra en lo profundo del bosque, donde comienza la falda de la montaña - respondió orgulloso.

Los conejos ya estaban listos y charlaron variadamente mientras disfrutaban del pequeño festín que el conejo les había proporcionado, cuando terminaron de comer, se envolvieron en sus capas esperando el nuevo día. A la mañana siguiente se levantaron pronto y con energía, por lo que, antes del mediodía  ya se hallaban ante las puertas del castillo de Ossiriad. Avanzaron por entre la multitud buscando un peregrino o alguien medianamente religioso que supiera donde encontrar la sede de la Congregación del Aullido, mientras buscaban pasaron por delante del estrado de madera que Ragnar había visto durante la ejecución. La mirada de la prostitua se fijaba en su mente. La disipó obligándose a centrarse en otra cosa, cuando consiguieron encontrar a un pequeño hombrecito que llevaba en el pecho el símbolo de la Congregación, una espada con tres estrellas encima, preguntaron, aunque el comentario no les hizo gracia.

-¿Qué habrá querido decir con eso de que ''si cada uno que viniera lo consiguiera...''? - dijo Ragnar.

- Vete tú a saber, mamarrachadas de un campesino ebrio de poder - respondió Hawkeye con una sonrisa pícara.

Al llegar al portón que flanqueaba los muros de la pequeña iglesia fortificada, que daba sede a la Congregación, quedaron estupefactos. El portón era enorme de por sí, pero las dos imponentes figuras que la defendían imponían respeto y miedo a partes iguales, dos ángeles con las alas cortadas y la cabeza de un lobo en las manos más cercanas al portón, y en la otra mano una espada señalando el estandarte que colgaba encima de la puerta con el símbolo de la Congregación, la acumulación de sentimientos era titánica. Si aquello era solo la entrada el interior debía de ser escalofriante.






2 comentarios:

  1. Me gusta ^.^ . Muy bien, a ver cuando sacas el siguiente XD

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  2. Estoy en ello pero tuve que cambiar el borrador, intentare subirlo hoy

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